martes, 26 de agosto de 2014

Ganador del Concurso de Cuento y Narrativa Ninfolectores 2014


YA TENEMOS A UN GANADOR!
 


El ganador del Concurso de Cuento y Narrativa del Ninfolectores 2014 es: Magda MB con su historia: "Premeditado"

Desde nuestro rinconcito los Admins la felicitamos y deseamos muchos futuros exitos!
A continuación publicamos en este espacio la historia ganadora:

PREMEDITADO: 
por Magda MB


A algunos les toca el amor, a otros la desgracia,
pero siempre el amor y la desgracia
terminan por cruzar sus caminos.

No me arrepiento de nada de lo que he hecho, porque para este punto ya he sobrepasado mis limites, en ese momento, solo fue necesario una sola palabra para que mi mundo explotara...

Nos conocimos un 14 de febrero y siendo sincera ni una película romántica se puede comparar con nuestro primer encuentro. La perfección de su piel, el color resplandeciente de sus ojos, como el cielo en plena primavera; su pelo que me recordaba a la miel, así como su dulzura que me dejó fascinada. Un simple “hola” y caí irremediablemente, derretida por su encanto.

Nuestra primera cita fue el perfecto escenario de luna, mar y arena. Me fue imposible resistirme y caí inevitablemente rendida en sus brazos; he de decir que como hombre no me decepciono.

Pasaron unos meses idílicos, mensajitos de amor, flores, chocolates y llamadas en las madrugadas, solo para saber cómo estaba; me sentía tan enamorada, me volví adicta a su voz, a sus besos, a sus caricias.
No me importo dejar de ser yo para ser lo que él quisiera que fuese estaba tan acostumbrada a él que no podía pasar un día sin verlo y le rogaba que me dedicara aunque fuera cinco minutos cuando decía que no podía verme. Poco a poco aparecieron las primeras señales, las constantes señales, aquellas que ahora son tan obvias para mí.

En nuestro primer aniversario, planeé la cena más espectacular que pude: flores, velas, champan y unos deliciosos platillos que me había tomado todo el día en preparar. Tenía todo listo para sorprenderlo y que la velada fuera igual o mejor que nuestra primera vez, solo que él no apareció.

Cuando pude comunicarme, después de dejar lleno su buzón de voz, la música de fondo desmintió su excusa de una emergencia de trabajo, pero yo lo obvie porque lo amaba y todo tenía una explicación increíble pero de alguna imposible manera lógica .

Entramos en un circulo de faltas y excusas, citas canceladas a último minuto y llamadas no contestadas, el haciéndolo mal y yo perdonándole. Es increíble como las mujeres desarrollamos el sexto sentido de saber que algo no está bien y aun así ignoramos esa sensación. Había algo en mí que estaba comenzando a quebrarse.

Sabía que él me amaba, pero no quería que lo hiciera a su manera. Estaba decidida a hacer que mi príncipe volviera, sin importarme el costo. Fui a visitarlo, estaba en casa, temía que no lo estuviera porque había ido sin avisar, cosa que él me había reclamado tantas veces antes. Llegué en el momento perfecto; su cara de sorpresa y su caro perfume me indicaron que estaba por salir, no sé como lo convencí para que se quedara, supongo que la propuesta de sexo salvaje y desenfrenado, puso la balanza a mi favor.

Esa noche quería que fuera especial y le pedí algo fuerte para tomar. Mientras él estaba en la cocina, su teléfono celular comenzó a vibrar sobre la mesa de café, me debatí solo un segundo con mi sentido de la moralidad y tome el teléfono, una rechinante voz de mujer, explotó en mis tímpanos “amor, estoy esperándote”.

Sentí como mi interior terminó de quebrarse, mi ya precario equilibrio mental se desplomó completamente y me convertí en lo que soy ahora. Salí de allí sin decir nada, estuve días deambulando en la soledad de mi apartamento, sin comer o dormir; mi mente trabajaba a toda velocidad, como si proyectara una película casera, rememorando cada segundo desde que nos conocimos.

¿Cómo pudo hacerlo? ¿Por qué no fui suficiente? ¿En qué fallé? Cada recuerdo era una nueva cuchillada, hasta que llegué al punto sin retorno. Mientras contemplaba nuestra única foto juntos, llegué al punto máximo de dolor y una vez allí, me sumergí en la nada, tuve una ausencia total de emociones, fue como si mi mente cayera en un espacio en blanco y volviera a reiniciarse con una nueva mentalidad.

A partir de ese momento, disfruté cada segundo desde la elección de las flores para decorar la mesa en nuestra última cena, hasta la compra del cuchillo; para mi sorpresa, esa vez, no me costó mucho que fuera a verme, solo necesité un suave y dulce “Te extraño, quiero verte” para que todo saliera perfectamente.
Lo recibí usando un negligé rojo, el que siempre había sido su favorito; vi como se despertaba su pasión con solo verme, me levantó en brazos para llevarme la dormitorio mientras me susurraba lo sexy que era y lo caliente que lo ponía.

Arrodillada entre sus piernas dándole placer como le gustaba, esperé el momento perfecto. Solo fue necesario un movimiento para que estuviéramos a mano, fue como cortar una barra de mantequilla, cuando el cuchillo cortó su carne mutilándolo y su sangre caliente brotó salpicando mi rostro, me sentí en éxtasis; verlo retorcerse de dolor, ver el miedo en su mirada suplicando por su vida, como cuando yo le suplicaba que no me dejara ni me hiciera más daño, fue de lo más estimulante y lo más hermoso que había visto y oído de sus labios en mucho tiempo.

La mejor parte, fue cuando hundí diez veces el puñal en su corazón, una por cada mujer que había acostado en la que se suponía era nuestra cama. Bañada en su sangre contemplé sus ojos, ahora vacíos, sin ese resplandor del cielo azul en primavera y supe que podría morir en paz y que de ser así mi alma se encontraría tranquila. Nadie podría quitarme esa felicidad, el alivio que sentía al ver irse mi sufrimiento, para no volver nunca más, era un elixir placentero que me liberaba.

Ahora ya no me preocupo por llegadas tarde, ni llamadas misteriosas, porque cuando mi nuevo amante me besa el cuello y detecto en su piel una fragancia que no es la mía, sonrió y pienso en el puñal ensangrentado que guardo bajo la cama.

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